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Tras unos días ausente debido al curro tocaba despedirse A LO GRANDE del medio siglo de Sitges: con el maratón de madrugada con un triplete de traca. Al menos de entrada, porque realmente las tres películas son malicas en menor o mayor grado. Y eso que me lo curré: tras cerrar en el cine (ya sabéis que trabajo en un cine de Barcelona) tuve que volver a casa para coger el coche y plantarme en Sitges y entrar en el Retiro corriendo con la primera película empezando.

Aguanté todo el maratón (benditas latas de Monster) y mientras escribo estas líneas he dormido casi 1 hora tras lo de anoche, pero aún así no lo cambiaba por nada. Bueno, sí, por la party salvaje de voluntarios de la organización con barra libre. Pero he sido fiel a esta edición «papi responsable» ya que no he podido verme muchas películas y encima es la primera vez que no tengo fiesta el último finde.

Pero bueno, seguramente para Sitges 2018, que ya han dicho que rendirá homenaje a ‘2001: Una odisea del espacio'(1968), de Stanley Kubrick justo cuando se cumplen cinco décadas de su estreno, será mejor. Quien sabe si con apartamento desde allí, si viendo más pelis o yendo sólo a las fiestas con barra libre.

 ‘DOWNRAGE’, sálvese quien pueda a toda costa

¿De qué va? Un grupo de amigos que viajan en una furgoneta de camino a una fiesta de cumpleaños cuando son atacados por un francotirador que les revienta una rueda. Sin posibilidad de escape, deberán buscar formas de protegerse en medio de la nada y con un francotirador con muy buena puntería.

¿Quién la hace y quién sale? Dirige Ryûhei Kitamura, uno de los nombres de culto dentro del contemporáneo cine japonés responsable entre otras de ‘No One Lives’ (2012). Kelly ConnaireStephanie PearsonAnthony KirlewRod HernandezJason Tobias y Alexa Yeames son los pobres atacados.

Mini crítica: Del maratón esta era la que más ganas tenía, y eso que superé la fase de sueño a tope para catarla, pero para mi desgracia acabó siendo una gran decepción. Da rabia ver como una buena y seria premisa (de las que me flipan por su sencillez) acaba desencadenando risas involuntarias.

La cinta empieza bien, pero su gran fallo está en el guión y en sus interpretes. Me juego lo que sea que Kitamura llegó a un punto en que no sabía que hacer y fue escribiendo lo primero que se le ocurría. Tuviera sentido o no. Y eso se lo ves a los actores, que sobreactuaciones aparte, pasan la mayor parte del tiempo con la mirada perdida, respirando fuertemente y hablando de chorradas como si estuvieran delante de la máquina de café.

¿En serio? ¿No se os ocurre nada mejor? El clímax llega en el tramo final donde las situaciones ridículas, los giros de guión absurdos y las risas de los espectadores entran en juego matando la poca tensión que había y  Me parece bien que una película no se llegue a tomar en serio así misma, pero que lo haga desde el principio. Estas licencias no son buenas para nadie.

Baldómetro: Mala 2/5


 ‘LEATHERFACE’, la infancia definitiva del cara-cuero.

¿De qué va? Un joven llamado Jed Sawyer se escapa de un Hospital psiquiátrico de Texas junto a unos reclusos aliados a él y una pobre joven enfermera que es secuestrada por ellos. El grupo se embarcará en un viaje infernal por carretera mientras son perseguidos por un trastornado agente de la ley que busca venganza por la muerte de su hija a manos de Sawyer.

¿Quién la hace y quién sale? El dúo responsable de la francesa ‘À l’intérieur’ (2007), Alexandre Bustillo y Julien Maury, dirigen esta octava entrega de la saga donde la cara más reconocida dentro del reparto es la de Stephen Dorff, a quien le acompan Vanessa Grasse, Sam Strike y Lili Taylor, entre otros.

Mini crítica: ¿Otra precuela? Sí, amigos. El universo de ‘La matanza de Texas’ vuelve a tener una precuela, pero esta vez una que le hace algo de justicia. Así que obviad el remake de 2003 y su secuela de 2006. Es decir, esta cinta es una precuela de la original de toda la vida.

Y se nota. Bustillo y Maury no sólo han querido rescatar la atmósfera y el horror creado por Tobe Hooper en los años 70, sino que profundizan en los orígenes de la familia más disfuncional de Texas que tanto vimos en las cintas originales. El olor a américa profunda y toxicidad entre sus miembros queda patente desde el primer momento.

El problema es a la hora de enfocar a los personajes y su empatía, concretamente con Leatherface (que hábilmente juegan a esconder su identidad) ya que el drama tiene tanto protagonismo que el festín de violencia y gore lo estás deseando como agua de Mayo sin importarte nada más. A pesar de ello, los directores saben a qué juegan y la puesta en escena deja momentos más que contundentes que compensan las roturas de ritmo.

Baldómetro: Regular 2,5/5

 ‘CULT OF CHUCKY’, un muñeco asesino en horas bajas

¿De qué va? Tras lo ocurrido en ‘La maldición de Chucky’ (2013), Nica está el manicomio convencida de que ella fue quien mató a su familia. Como parte de la terapia, su psiquiatra utilizará un muñeco Good Guy cuya aparición coincidirá con una horrible cadena de asesinatos en el centro que llamarán podeorsamente la atención de Andy Barclay y Tiffany.

¿Quién la hace y quién sale? El creador de la saga, Don Mancini, escribe y dirige esta séptima entrega que cuenta con los repetidores Fiona DourifAlex Vincent y Jennifer Tilly. También hay que destacar a Michael Therriault y Adam Hurtig, entre otros.

Mini crítica: Desde luego se nota que esta séptima entrega de las aventuras del muñeco diabólico ha salido directamente al mercado doméstico en Estados Unidos. Todos le tenemos cariño al personaje, pero con cada entrega la saga ha ido empeorando hasta pasar del terror a la parodia.

Aquí ocurre algo peor: el fondo es más serio, se vuelve más a los orígenes, pero el guión es horrible. Sus agujeros son tan grandes como ridículos, y la aportación de personajes que podrían dar mucho más de sí como otra vez el niño crecidito de la primera película o la ‘churri’ de Chucky es nula y muy molesta.

Ojo, hay que aplaudir el apartado técnico, ya que han dejado de lado el CGI cutre para usar más los efectos artesanales, incluyendo buena dosis de gore que tan bien queda en una fotografía fría y blanca como la del manicomio. Pero claro, cuando no hay muertes de por medio con litros y litros de sangre salpicando a las personas los chistes de Chucky no pueden sostener todo un filme. Visible sólo para los incondicionales (a pesar de todo) de la saga.

Baldómetro: Mala 2/5