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Sexto día baldovalizado, octavo del festival. Sí, octavo. El miércoles día 10 no me llamaba nada, así que me quedé en casa cogiendo fuerzas para la siguiente jornada. Una jornada especial por la proyección de El show de Truman (1997) con la presencia del director Peter Weir y el actor Ed Harris. Y a la noche Overlord con su rollo bélico y experimentos nazis. Con el temido retraso de esas horas…

Sitges Awards: 1) Salir corriendo del Auditorio para no perder el tren fantástico de la 1:30h.


‘EL SHOW DE TRUMAN’, una premonitoria y vinícola vida en directo

A mis 33 años aún hay momentos en que imagino que vivo en un Show de Alex constante. Mi pareja, mis amigos, mi trabajo… si salgo de mi rutina pillo a los de los decorados por sorpresa y a los extras sin saber que hacer. Como os podréis imaginar una proyección de El show de Truman en Sitges no podía perdérmela. Y aún menos con post-screening con Weir y Harris.

Además una proyección en unas condiciones especiales: copia en gloriosos 35mm gracias al propio Weir que la trajo de su colección personal. Lástima que el proyector del cine Prado (aún con el técnico de Kelonik al loro) estaba viejuno, ya que con los cambios de rollo se desenfocaba, en ocasiones fallaba el sonido y parecía que el obturador no estaba muy fino.

¿La película? Sigue siendo un engranaje perfecto donde la historia engancha poco a poco y en la cual los personajes son presentados en su debido momento. Su magia y su emotividad (DIOSSSS la música) consigue que su visionado en varios momentos te saque una sonrisa o hasta una lágrima. Menudo guión y menuda dirección de actores. Han pasado 20 años pero ha envejecido muy bien, como el bueno vino. Es sorprendente como profetizó el poder lobotomizamte de los reality shows y además nos hizo ver con ojos dramáticos a un Jim Carrey que lo petaba con las comedias.

Questions & Answers (Q&A para los amigos)

Tras la proyección saltaron al escenario Weir y Harris para dar comienzo la rueda de preguntas. Fue breve, uno 15 minutos, pero al menos fue interesante. Y Weir me firmó el fotocromo in extremis. I LOVE IT. Aquí un breve resumen:

1) Ni director ni actores podían imaginar el poder premonitorio de la película. Weir sólo quería hacer una fantasía plausible que no tuviera cabos sueltos. Y menuda fantasía.

2) Jim Carrey se metió en el ‘fregao’ gustosamente y estuvo dándolo todo en la interpretación y a la hora de aportar ideas para el guión.

3) Weir disfrutó de estar puliendo el guión durante 9 meses para que no hubiera ningún  cabo suelto. Tuvo una decena de revisiones y al principio era más oscuro.

4) La música de Burkhard Dallwitz es un personaje más pero Phillip Glass fue una pieza fundamental en la banda sonora. Fue el encargado, por ejemplo, de la emotiva escena del reencuentro con el padre.

5) Después de estos años Weir cambiaría un par de detalles del montaje final, pero nada gordo. No quiso decir qué cosas. xD

 ‘OVERLORD’, experimentos nazis a lo Soldado Ryan

¿De qué va?  Un grupo de soldados estadounidenses cuyo avión ha sido derribado horas antes del desembarco de Normandia, durante la Segunda Guerra Mundial, se encontrarán de bruces con una serie de experimentos que los nazis han estado practicando en secreto para tomar ventaja.

¿Quién la hace y quién sale? Julius Avery dirige a un reparto más o menos conocido: Wyatt Russell, John Magaro, Pilou Asbæk, Mathilde Ollivier, Jovan Adepo o Iain De Caestecker.

Mini crítica: Hay que ver lo que puedes disfrutar de una cinta bélica con experimentos nazis de por medio. Sabía que la propuesta, y tener a J.J. Abrams detrás, era una apuesta segura pero no pensaba que fuera tan entretenida y que estuviera tan bien parida.

Para ello el director ha sabido captar los cimientos serio de producciones bélicas como Salvar al Soldado Ryan (1998), con una cuidada producción, personajes carismáticos, diálogos frescos y una dirección efectiva. De hecho es mas sería de lo que uno espera y puede que esta parte sorprenda a los ansias de serie B casposa.

No es hasta la mitad de la película que aparece la fiesta con sueros de laboratorio, zombies, el esperado gore y un villano indestructible, todo ya más cercano a Zombies Nazis (2009) y con un ritmo increscendo. No será recordada dentro del género, ni lo pretende, pero el entretenimiento que nos da al más puro videojuego Wolfenstein es de un nivel superior.

Baldómetro: Buenísima 4,5/5