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Ya se sabía que ‘El Hobbit: Un viaje inesperado’ era uno de los estrenos mas esperados y con mas expectación del año, pero lo que nadie imaginaba es que tendría tanta división de opiniones. Y no solo por su novedoso sistema 3D a 48 fps, que no criticaré porque en el pase solo vimos la versión 3D normal, y encima éste no aporta mucho y a media película te olvidas de que llevas gafas. Que si es demasiado larga y cansada para el espectador, que si tiene un ritmo lento y aburrido, que su infantilismo roza el nivel de Jar Jar Binks de ‘Star Wars: Episodio I’… Han dicho de todo. ¿Y sabéis que digo? Que no hagáis caso de unos cuantos críticos amargados.

‘El Hobbit: Un viaje inesperado’ es una buena película. No se hace nada larga (las escenas no se notan estiradas como un chicle), no aburre, tiene unos divertidos toques de humor, reboza acción, fantasía y aventura y es tremendamente entretenida. ¡Ah! Y lo mas importante: te deja con ganas de más; queriendo acompañar a los personajes en su misión, tal y como ya nos pasaba con el final de ‘La Comunidad del Anillo’. Pero con otros matices, claro, ya que aunque pertenezcan al mismo universo, y conecte bien con la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’ con cameos o sutiles detalles, la historia de ‘El Hobbit’ tiene otro tono, siendo más sencilla y con la posibilidad de profundizar mejor en momentos en los que en el libro sólo se narran por encima. Por cierto, una cinta MUY fiel al libro, a pesar de que cambian o añaden personajes y situaciones.

Lo que está claro es que Peter Jackson le ha cogido el truco al mundillo de Tolkien. No sólo no ha olvidado todo lo aprendido anteriormente, sobre el universo y los personajes, sino que ha mejorado en dirección (con los planos generales y cámaras en mano en espacios reducidos), en la calidad visual de las secuencias (espectaculares tomas pese al excesivo y molesto uso de efectos digitales en más de una ocasión) y en el montaje y el pulso narrativo (combinando agilmente planos rápidos y cortos con otros largos y pausados para contar mejor la historia). Y todo eso se puede ver desde los primeros minutos, con un magnífico prólogo inicial.

Todas las secuencias cumplen su cometido, y salvo un par de ellas que bajan un poco el ritmo y llegan a ser demasiado largas, consiguen transmitirnos lo que buscaban: emoción, humor, peligrosidad, aventura… Pero si hay que destacar alguna de ellas es la siniestra aparición de Gollum y su cara a cara con Bilbo. Vaya con Gollum. Han pasado diez años y se nota que la criatura creada por la empresa de efectos especiales WETA está en su mejor momento: la textura de su piel, junto con sus gestos, expresiones y movimientos nos convencen de que es más real que nunca.

Obviamente eso es gracias a la gran actuación de Andy Serkis, que con las de Martin Freeman y Richard Armitage, son las mejores de la película. Freeman se apodera de Bilbo y crea un maravilloso personaje con el que te ríes y empatizas desde el minuto uno, y Armitage da vida a Thorin de tal forma que entiendes su dolor y te unirías a él en su misión suicida con los demás enanos, que por cierto, aunque estén en segundo plano, casi todos tienen sus 15 minutos de fama. Luego habrán personajes nuevos que choquen un poco, pero tras su susto inicial, los aceptas perfectamente. Gandalf y los demás viejos conocidos están como siempre.

En fin, si de algo no queda ninguna duda, es que la nostalgia de regresar a la Tierra Media es lo suficientemente fuerte como para satisfacer a los seguidores de esta historia pese a los puntos débiles de la película. La música de Howard Shore, los guiños a ‘El Señor de los Anillos’, la comarca, Rivendel, los personajes… Será menos épica, sí, pero si todo lo que está por venir (que es mucho) es tan entretenido y espectacular como lo visto en esta primera parte, me alegro de que al final hayan decidido hacer dos películas más. Le pique a quien le pique.

Puntuación: Buena 4/5

Lo mejor: Volver a la Tierra Media. El cara a cara de Bilbo y Gollum.

Lo peor: La bajada de ritmo en algunas secuencias. El excesivo uso de digital con movimiento falsos y forzados.