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Parte 5: Los tráilers en los cines

He comentado en otro artículo que cada vez tienen más importancia los tráilers en internet, pero no hay que olvidar que desde los inicios la sala de cine es el mejor lugar para promocionar una película porque allí está la mejor audiencia: los amantes del cine. Pero antes de sentarte en tu butaca con tu refresco gigante y tu caja de palomotas y disfrutar de los tráilers, éstos tienen que haber llegado al cine de tu barrio. ¿Y cómo llegan? ¿En qué formato? Pues para contestar eso primero habría que saber como demonios llegan las películas.

Hasta hace unos años (al menos en España) y desde los inicios del cine cuando en 1909 fue reconocida como medida estándar, la única forma de ver una película en una sala de cine era en película fotográfica de 35 milímetros. A pesar de las amenazas de calibres más pequeños y más grandes, y de formatos novedosos, este formato consiguió aguantar porque su tamaño permitía una relativamente buena relación entre el coste del material fotográfico y la calidad de la imagen capturada.

El caso es que una película de 35 mm llega a los cines dividida en distintos rollos o bobinas dentro de una caja de cartón y el operador tiene que enlazar los distintos rollos empalmando el final de uno con el principio del siguiente hasta configurar la película completa en una gran bobina de casi un metro de longitud. De la mesa de montaje se lleva al proyector donde se va a pasar de una bobina a bobina, o a un conjunto de platos en los que la película pasa de uno a otro. Pero vamos, que tampoco os quiero aburrir con más detalles y vamos a lo que vamos.
 
 

Pues bien, como ha ido sucediendo a lo largo de las últimas décadas, los tráilers de cine, lógicamente, también llegaban/llegan igual que las películas. Ocupan muchísimo menos, pero vienen dentro de su caja (de color naranja, negra, dorada, verde…) y el operador tiene que empalmarlo al principio de la película. Eso sí, NO todos los tráilers vienen, por así decirlo, individuales con sus cajas de colores, los hay que ya vienen incluidos delante de la película nueva que se estrene. Para resumir, los tráilers que se proyectan en el cine vienen o con la película (con lo que suelen ser de la misma distribuidora) o de forma independiente y están puestos ‘a mano’ por los propios cines.
 
 

Pero todo esto va desapareciendo. Desde hace cuatro o cinco años debido a la incursión del cine digital y con el «apagón analógico» todo ha cambiado. La mayoría de los cines ha dicho adiós a las grandes bobinas y a la película pasando a 24 fotogramas por segundo ante una lámpara y han empezando a digitalizar sus salas; Yelmo y Cinesa se han puesto mucho las pilas en eso.

En los cines digitalizados las películas ya no llegan en negativo de 35mm sino en soporte físico, encriptadas dentro de un disco duro que se inserta en el servidor del nuevo proyector de cine (que es como un ordenador) para que se descargue su contenido. Una vez en el servidor, y creada una lista de reproducción, la distribuidora manda a los cines unas claves con fecha de caducidad para desencriptar la película y proyectarla así el día del estreno.
 
 

¿Y los tráilers? Pues más de lo mismo. Al no haber proyector de 35mm las distribuidoras tienen que mandar los tráilers de la misma manera que hacen con las películas, pero en una escala más pequeña. ¿Y cual es la manera más sencilla de enviar un tráiler digital a los cines que no sea dentro de un gran disco duro? Pues claro: con un pendrive. Estos pendrive llegan a los cines en sobres, pero aún hay distribuidoras que siguen enviando las mítica cajas naranjas con estos USBs dentro.
 
 

Hoy en día eso es el presente pero cada vez pienso más que el futuro pasará por los envíos por satélite, como ya hacen algunos cines, cuyo contenido llega a través del mismo, se descarga en un gran servidor central y de ahí se distribuye a la sala que se quiera. ¿En el futuro todo será así? No se sabe, pero está claro que el ‘apagón analógico’ es una realidad.

Aunque todavía pueden verse los dos tipos de proyectores en los cines, y hasta hay cines que ni siquiera tienen tecnología digital, todo indica que en los anchos pasillos de las cabinas de cine ya no se amontonarán los rollos y las bobinas, y que el cine tradicional 35mm quedará ‘para los más románticos’ y los ‘nostálgicos’. Como siempre, el tiempo nos lo dirá.

Os dejo unas fotos comparativas, que me han gustado bastante, sobre el cine tradicional en 35mm con el cine digital en lo que respecta a las películas y a los tráilers. Qué diferencia, ¿eh?