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Se acabó. Día 11. Y qué bien sienta, joder. Pero no me malinterpretéis. No estoy contento por acabar, sino porque hacía AÑOS que no hacía una cobertura del festival tan completa con sus respectivas crónicas diarias.

Vale que he echado de menos el contacto con los frikis de cada año con charlas, los largos minutos haciendo cola, los menús zombies y hasta las prisas de ir del Auditori al Retiro, pero me alegra poder haber vivido un #SitgesEnCasa a tope. Literalmente he dejado colgado todo lo demás durante estos días.

En estos once días de Festival me he visto 22 películas. Menos de las que tenía planeado, pero realmente entre trabajo y familia no he podido más. Aún asi estoy contento al haber visto menos mierdas que otro año.

¿Mi TOP 3? MANDIBULES, ARCHIVE y VICIOUS FUN. ¿La gran mierda? SLAXX. ¿La gran decepción? PENINSULA. ¿Mi placer culpable? YUMMY. ¿La grata sorpresa? LUPIN III: THE FIRST.

En fin, como colofón final os dejo la crítica de POSSESOR UNCUT, la ganadora a Mejor Película y Mejor Director de este año. También os dejo el original video de agradecimiento que mandó Cronenberg a los del Festival. ¡Qué cachondo el pavo!


‘POSSESOR UNCUT’, lucha de identidades sci-fi descafeinada

¿QUIEN LA HACE Y QUIEN SALE? Dirige Brandon Cronenberg, quien regresa tras ganar el premio al mejor director revelación en Sitges 2012 por Antiviral. Andrea Riseborough, Christopher Abbott, Sean Bean, Jennifer Jason Leigh y Tuppence Middleton son las caras más visibles.

¿DE QUÉ VA? Seguimos los pasos de una agente que trabaja para una organización secreta que utiliza tecnología de implantes cerebrales para habitar los cuerpos de otras personas, y así cometer asesinatos bajo la dirección de la empresa. Todo se complica cuando es incapaz de controlar a la última marioneta escogida para su próximo objetivo.

CRÍTICA | Brandon Cronenberg sigue la estela de su padre y se ha sacado de la manga un thriller de ciencia-ficción que es reflexivo, hiperviolento cuando toca y… bastante peñazo. Ya os digo que si fuera un episodio de Black Mirror sería mucho mejor.

En los primeros diez minutos la cinta establece las interesantes normas del universo con un prólogo que nos mantendrá expectantes. Mola lo que vemos y cómo lo vemos. Lo malo es que a partir de ahí el ritmo de la cinta es de cocción lenta y tendremos escenas pausadas con diálogos largos y hasta una música demasiado relajante. No esperéis un thriller con acción trepidante.

Parece que consciente de ello, Cronenberg saca a relucir la violencia explícita al servicio de una historia que, hay que dejarlo claro, se alarga en exceso. Sí, los apuñalamientos sangrientos, los disparos contundentes y las heridas viscerales duran lo suficiente en pantalla para despertarte incomodidad. Es de esa violencia que TE DUELE verla.

Es una lástima porque por mucha violencia que haya tienes la amarga sensación de no sentir una conexión emocional con los personajes. A pesar de que están bien desarrollados y su exploración psicológica es potente, parece que ni la cara de palo de Riseborough o el intermitente Abbott (aunque en los momentos de ira se sale).

Pero hay cosas positivas, claro. Cuando aflora en pantalla la lucha disociadora entre húesped y parásito la estética visual sube a otro nivel. No sólo veremos elegantes tonos azules o rojos sino que también el montaje fardará de tener momentos alucinatorios con flashes, filtros de colores e imágenes fusionadas. Ahí es cuando la música es un personaje más y MOLA.

BALDÓMETRO: Regular (2,5/5)